Episodios

  • Encender la linterna: el poder de hacerse preguntas para comunicar mejor
    May 21 2025

    En el episodio anterior estuvimos hablando de cómo convertir los mensajes que trasladamos, en “lorza” para el interlocutor. Y hablamos de la importancia de utilizar palabras y/o expresiones que despierten algún tipo de sensación, a través de “las ideas transparencia”.

    Hoy, en la línea de seguir aumentando el volumen lorcero, voy a centrarme en otro punto fundamental para poner en valor nuestra información.

    ¿Qué podemos hacer para que un mensaje pase de lo plano a lo profundo? Hacernos buenas preguntas.

    Te pongo un ejemplo:

    Imagínate que te pregunto ¿tú a qué te dedicas? Y empiezas a decirme un listado de funciones que llevas a cabo. Ojo, no digo que esté mal, solo digo que eso es la lista de la compra. No conecto. ¿Y sabes qué? Que tú tampoco.

    En cambio, si yo empiezo a hacerme preguntas del tipo:

    • - ¿Qué supone mi trabajo?
    • - ¿Qué valor aporta mi trabajo a la organización, sociedad, o ámbito de actuación X?
    • - ¿Qué pasaría si nadie llevase a cabo mi trabajo? ¿cómo se modificaría la realidad?

    O, por ejemplo, cuando arrojo un dato: ¿qué implica ese dato? ¿Puedo ponerlo en contexto para que se entienda mejor? ¿Puedo compararlo con algo para que llegue de forma más efectiva y se recuerde?

    Dicho de otra manera, necesitamos hacernos preguntas para ver lo que hay al otro lado de la información. Una información de la que van saliendo nuevas ramas, nuevas hojas, nuevas conexiones. Eso es lo que me permite poner en valor la información. Saber hacerme preguntas.

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    18 m
  • Cómo enriquecer el contenido de mis mensajes a través de "ideas transparencia"
    May 7 2025

    ¿Qué sientes cuando lees el prospecto de un medicamento? ¿Se te disparan las emociones? ¿Entras en un estado de conexión profunda con el texto? Por supuesto habrá gente que sí, pero honestamente, la mayor parte de las personas no lo vivimos de esta manera.

    Cuando uno lee un prospecto, la información es la que es, es plana, no hay dobleces, no hay sutilezas, no hay posibles dobles interpretaciones. De hecho, ese es el objetivo de este tipo de textos. Dar información concisa, precisa y que no lleve a equívocos.

    ¿Esto está mal? ¡En absoluto! De hecho, este tipo de información es necesaria en muchos contextos.

    Ahora bien, si lo que queremos es ir un paso más allá, inspirar, conectar de verdad con el otro, ser capaces de despertar sensaciones… por ejemplo al hacer exposiciones en público… no podemos quedarnos en la información plana. Al menos no todo el rato. Porque si no, acabamos hablando como si dijésemos la lista de la compra. Porque ese contenido saldrá por tu boca, llegará al interlocutor (si llega…) y según entre, tienes altas probabilidades de que la información salga expulsada. Es como las toxinas que elimina el cuerpo.

    ¿Qué prefieres, que tu mensaje según llegue sea eliminado o que se amarre al interlocutor cual lorza rebelde? Yo quiero que mis mensajes, se conviertan en lorza. Que se queden a vivir, al menos durante un tiempo, en el interlocutor. Y para que eso ocurra, tengo que dar profundidad a los mensajes.

    ¿Cómo podemos conseguir esta profundidad? A través de diferentes caminos. Hoy me centraré en uno de ellos: las ideas “transparencia”. Este concepto no lo busques en internet porque es de cosecha propia “Cosechas Estacio SA”.

    Las ideas “transparencia” son aquellas que permiten acceder a más contenido, a más ideas, a más sensaciones… por las que de alguna manera nos podemos asomar. Es como si fuera un iceberg.

    Por ejemplo, ¿no te parece maravilloso cuando lees una frase o te dicen algo y de pronto ese mensaje te conecta con muchas ideas, sensaciones incluso…? Son aquellas ideas, palabras, tras las cuales se esconden muchos matices. Respiran. Y a través de esa respiración, transparentan sutilezas. Son esas ideas por las que te asomas por los cuatro costados y ves que hay contenido.

    Hay palabras que de alguna manera actúan de “cestas”. Cestas que están llenas de sensaciones, que te hacen, por un lado, entender perfectamente el mensaje y, al mismo tiempo, te permiten casi te diría “verlo”, “olerlo”, “masticarlo”, “sentirlo”.

    Entiendo que cada uno de nosotros tenemos una manera de comunicarnos. Un estilo. Pero también pienso que es importante hacer pequeñas concesiones y esfuerzos y tratar de incorporar, de trufar aunque sea mínimamente, nuestro discurso, nuestras exposiciones en público y discursos, de elementos más sensoriales que de alguna manera permitan poner en funcionamiento la parte más creativa y sensorial del interlocutor.

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    17 m
  • El silencio lo contiene todo: lo que es y lo que no es
    Apr 23 2025

    Ya hemos hablado en capítulos anteriores de la importancia del silencio. Esa herramienta que, entre otras cuestiones, nos permite darnos espacio para pensar lo que queremos decir, para dar tiempo para que los demás procesen, para identificar las reacciones de la gente, para generar expectación, para, como hablábamos en el capítulo anterior, dar espacio a la escucha real…

    Sin embargo, hoy me gustaría hablar de una máxima del silencio que es:

    "El silencio lo contiene todo: lo que es y lo que no es"

    ¿Qué quiero decir con esto? Que:

    • - Cuando no contestamos al otro
    • - Cuando callamos
    • - Cuando no damos la información necesaria
    • - Cuando ofrecemos información en la que faltan detalles importantes y determinantes

    - Es decir, cuando lo que ofrecemos es el silencio, la personita que esté al otro lado ¿sabes lo que va a hacer? ¡Rellenarlo! Si no tiene la oportunidad de preguntar o, incluso teniendo la oportunidad de hacerlo, pero decide no, lo rellenará. Meterá contenido en esos espacios en blanco.

    Esto es por tanto lo que hacemos:

    1- Rellenamos

    2- Rellenamos con el contenido que más nos gusta, que más encaja con nuestra manera de pensar. Qué más confirma nuestras creencias, sesgos…

    ¡Qué peligro tiene esto! ¿Te das cuenta de que el silencio lo contiene todo? Porque el interlocutor puede interpretar lo que realmente es, pero también lo que no es.

    Estamos dejando en manos del interlocutor que saque sus propias conclusiones.

    Obviamente actúa como quieras, como te dé la gana. Pero al menos ten en cuenta que aquello que no digas, el otro lo completará a su manera.

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    15 m
  • Cuando escuchas de verdad, resignificas el mensaje
    Apr 9 2025

    La comunicación no es, o no debería ser, un acto unidireccional. Al otro lado hay personas que reciben nuestros mensajes, que nos trasladan otros y que, por tanto, nos modifican los nuestros. La comunicación, como siempre digo, es algo que está vivo.

    Precisamente para que la comunicación sea un ser vivo y no un fósil, necesitamos del otro y para ello, hemos de construir uno de los puentes más robustos que nos permitirán conectar. El puente de la ESCUCHA.

    Escuchar no es poner el oído y quedarnos en modo encefalograma plano, ese que tan solo nos permite quedarnos con el significado más básico de las palabras. Escuchar es hacerlo con todos nuestros sentidos. Es escuchar lo que es y lo que no es. Es tratar de conectar con el significado y sentido más amplio de las palabras que salen de boca de nuestro interlocutor.

    Sentirnos verdaderamente escuchados es uno de los mayores regalos que nadie nos puede hacer. Cuando escuchamos de verdad al otro, es como si detuviésemos el tiempo, como si abriésemos un paréntesis en nuestras vidas para meternos en una burbuja con otra persona o personas.

    Son muchas las cosas que se podrían decir de la escucha. Hoy me centraré en uno de los mayores detractores de esta importante habilidad. Y es la anticipación. Cuántas veces alguien nos está contando algo y antes de que termine ya le hemos interrumpido, porque creemos saber perfectamente lo que nos quiere decir. Sacamos conclusiones anticipadas. Y al hacerlo, cuántas veces nos equivocamos en nuestra conclusión y cuántas veces (todas) hacemos sentir fatal al otro por haberle interrumpido.

    Cuando escuchas de verdad, resignificas el mensaje.

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    18 m
  • ¿Boli o no boli durante una exposición en público?
    Mar 26 2025

    En el episodio anterior, hablamos de si leer o no leer al hacer una exposición o presentación en público. En esta ocasión hablaré del uso o no del boli. Y es que… hay una pregunta muy típica que el 99,9% de la gente se hace cuando entrena para una exposición y es… “¿puedo tener un boli en la mano?

    Mi respuesta es: depende.

    Depende de cuál sea el motivo por el que quieres disponer de este torpedo de tinta entre tus dedos.

    Muchas personas se lanzan a este objeto alargado para amarrarlo y no soltarlo durante la exposición porque están nerviosos y necesitan algo que estrangular, supongo que por no estrangularse a sí mismos o a la audiencia, o al momento en sí. Y claro, el resultado es: bolis haciendo piruetas imposibles, como si fueran una noria en versión horizontal y vertical que da vueltas a la velocidad del rayo. Eso, los más duchos en esta práctica (ya te aseguro que yo no soy buena en ello, al menos de momento) porque los que no son tan buenos, encima corren el riesgo de que el boli salga danzando por los aires. Manos manchadas de tinta. Sonido compulsivo tipo “clic clic” dándole al culo del boli… En fin, una coreografía de las malas, una coreografía poco elegante. El pobre boli acaba con necesidad de que le chuten un Primperan para evitar vomitar, a veces lo hace soltando toda su tinta.

    Si este es tu diagnóstico, el de los nervios, entonces tu pauta de tratamiento es que NO uses boli. La gente percibirá que estás nervioso. El boli se acabará comportando como foco de la exposición. No serás consciente de lo que haces con él, pero créeme que la gente sí se dará cuenta.

    Si, por el contrario, te gusta llevar un boli como elemento de atrezo, porque te ayuda a indicar o señalar cosas… y no lo haces desde la inseguridad, entonces tu pauta de tratamiento es ¡adelante! El boli en un momento dado puede ser un elemento de suma elegancia.

    Como ves, las cosas no son blanco o negro. Consejo: no te dejes engañar por aquellos gurús (o autoproclamados gurús) que dicen “nunca” o “siempre”. Por mucho que nos empeñemos, las cosas son más bambú que buloke australiano (sí, lo he buscado en Google y por lo visto es la madera más dura de la faz de la tierra). Vamos, que seamos más flexibles y entendamos que desde dónde hacemos las cosas es lo que justifica o no esa acción y por tanto el sentido e interpretación de la misma.

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    14 m
  • ¿Leer o no leer en una exposición en público?
    Mar 12 2025

    Muchas personas se relajan cuando se trata de hacer una exposición en público aferrándose a la manida frase de “No pasa nada, porque lo voy a leer todo”. ¿Perdona?

    Hay 3 razones principales por las que se recurre a la lectura de un discurso:

    - Porque se está nervioso y si no se lee, uno se cree incapaz de hilar una palabra con otra.

    - Porque no se le da la importancia que se merece a ese momento y se resuelve leyendo.

    - Por falta real de tiempo (algo de última hora).

    Varias cosas que necesito comentar al respecto:

    - Leerlo todo le está diciendo al mundo que no te has tomado el tiempo para preparártelo. Por tanto, lo que estás diciendo es “Bueno, esto tampoco es tan importante como para dedicarle más tiempo”. Por afinar más, es un poco “Tú, audiencia, no eres lo suficientemente importante como para haber sido capaz de sacar tiempo de mi agenda de ministro para preparármelo”.

    - - No todo el mundo sabe leer bien en voz alta. Sí, lo que acabas de oír. Leer como tal, como acto de depositar los ojos en negro sobre blanco, todos sabemos, pero eso no implica que sepamos dar la intención necesaria a lo que leemos. Si no sabemos ponerle intención a las palabras que salen por nuestra boca, los mensajes estarán vacíos. Es como entregarle a alguien un regalo que ya desde el minuto uno te das cuenta de que no contiene nada (o casi nada) en su interior.

    No subestimemos el acto de leer. Es el mensajero el que dota de sentido a las palabras. Así que, durante el ensayo, lee en voz alta y asegúrate de que lo lees sabiendo lo que estás leyendo. Sabiendo lo que dices. Insisto, de lo contrario, las palabras estarán vacías. Además, eso te permitirá leer intercambiando momentos de miradas a la audiencia.

    Por tanto, si hay que elegir entre leer o no leer… ya imagino que sabrás cuál es mi preferencia. No leer. Y si finalmente vas a hacerlo, entonces encárgate de que sepas lo que estás diciendo, porque si lo sabes, entonces serás capaz de dotar de intención, de sentido y de significado a tus mensajes.

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    16 m
  • Capacidad de sacrificio (de mensajes)
    Feb 26 2025

    Capacidad de sacrificio (de mensajes)

    En el episodio anterior hablaba de evitar las huidas hacia delante en comunicación y de parar un poco para decidir qué camino tomar. En este sentido, relacionado precisamente con la alta velocidad al hablar, hoy me gustaría detenerme en un punto.

    ¿Te ha ocurrido alguna vez estar hablando en público, miras la hora y te das cuenta de que no sabes qué tipo de cálculos mentales habías hecho, pero resulta que te quedan 10 minutos para concluir y todavía 28 puntos por abordar? ¿Y qué haces? Pues empezar a acelerar, a hablar cual presentador del programa “Pasapalabra”, en tu afán de querer introducir los 28 puntos en esos 10 minutos que van descolgándose del reloj poco a poco.

    Y claro, ahí estás tú hablando a velocidad x2 y tus interlocutores o audiencia con los ojos salidos de sus cuencas y con ganas de querer salir corriendo y subirse a lo alto de una montaña, para, seguro, no querer bajar más.

    No. Hay una expresión que yo utilizo siempre en comunicación que es la importancia de desarrollar la capacidad de sacrificio. Es decir, que tengas muy claros en tu cabeza, de qué aspectos puedes prescindir en caso de que el tiempo se te ponga detrás de la nuca.

    Es decir, que, si te quedan 10 minutos de tiempo y la friolera de 28 puntos por abordar, pues va a ser que vas a tener que cargarte algunos de esos contenidos y explicar unos pocos. Puedes decir algo tipo “Para los últimos 10 minutos me gustaría centrarme en…”.

    La audiencia no es responsable de que haya habido una mala organización del tiempo. ¿De qué servirá que lo digas todo a la velocidad de x2 si la gente no se va a enterar de nada?

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    19 m
  • No conviertas la comunicación en una huida hacia delante
    Feb 12 2025

    No conviertas la comunicación en una huida hacia delante

    En los capítulos anteriores hablamos de la importancia del tiempo, del silencio… De esos espacios en los que se pueden crear cosas maravillosas en comunicación.

    Darnos tiempo, el silencio, supone de alguna manera detener la dimensión temporal donde no existe la urgencia por resolver, por hablar. El tiempo, el silencio, son los antídotos para el “hablar por hablar”.

    Hoy hablaremos de esas situaciones comunicativas en las que a veces optamos por querer adelantar al tiempo, donde además no ponemos ni el intermitente para avisar de que queremos ir más rápido. Simplemente, nos disparamos. Te voy a poner algún ejemplo para que puedas ver a qué me estoy refiriendo:

    - - Exposición en público: estás nervioso, te notas descontrolado… y ¿qué haces? Aceleras. Ahí es cuando empiezas a hablar por hablar ¿Por qué? Porque hay algo en ti que dice “como estoy nervioso, cuanto antes me quite esto de en medio, mejor”.

    - - Te hacen una pregunta y no sabes muy bien la respuesta y te pones a contestar del tirón. Claro, no vayan a pensar que no sabes la respuesta.

    En este tipo de situaciones, lo que acabamos haciendo es una huida hacia delante. Nos pensamos que, si corremos mucho, nos estaremos librando de un peligro. Y yo me pregunto ¿se puede saber de qué peligro huimos? ¿Qué tememos en ese momento en nuestra cabeza para decidir ponernos a hablar rápido?

    Las consecuencias de llevar a cabo una huida hacia delante en comunicación:

    - - No elegiremos las palabras o expresiones más adecuadas

    - - No seremos ni conscientes de lo que estamos diciendo

    - - Lo normal es que nos pongamos todavía más nerviosos

    - - Nos dejaremos muchas cosas por decir, porque estaremos dando literalmente zancadas por nuestro discurso

    - - Obviaremos las reacciones de la gente

    - …

    No huyas hacia delante. Haz un STOP. ¿Estás nervioso? Para. ¿Te sientes descontrolado? Para. ¿Te hacen una pregunta y no sabes muy bien la respuesta? Para. No solo no debes huir, sino que debes parar y mirar de frente lo que tienes.

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    16 m
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