Iglesia de Cristo en Constituyentes. Podcast Por Lorenzo Luévano arte de portada

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

Iglesia de Cristo en Constituyentes.

De: Lorenzo Luévano
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Acerca de esta escucha

La iglesia de Cristo en Juárez le invita a sus actividades en la calle Juan J. Méndez 7744, Colonia Constituyentes, en Ciudad Juárez, Chihuahua, México. Domingos 10 de la mañana.Lorenzo Luévano Cristianismo Espiritualidad Ministerio y Evangelismo
Episodios
  • Examinando los daños 2 (Nehemías 2:11-20)
    Jun 10 2025

    La semana pasada comenzamos a considerar las realidades a las que se enfrentó Nehemías cuando comenzó a evaluar el daño en la ciudad de Jerusalén. Él ha hecho un largo viaje de regreso a casa y estoy seguro de que sus pensamientos estaban consumidos, por aquello que encontraría cuando llegara a Jerusalén. Debemos tener en cuenta que Nehemías nunca había visto Jerusalén. Habían pasado más de 150 años desde que los judíos fueron llevados como esclavos a Babilonia. Se dirige, entonces, a una tierra que nunca ha visto, enfrentándose a una tarea enorme de la que realmente no tiene detalles, y, sin embargo, está decidido a reconstruir la muralla de la ciudad y restaurar la devastación de Jerusalén.

    Seguramente estaríamos de acuerdo en que Nehemías no era el judío promedio. Ocupaba una posición de prominencia en Susa y muy probablemente podría haber estado allí con una vida relativamente sencilla y feliz. Sin embargo, Nehemías buscó servir al Señor y conocía la importancia de Jerusalén y la necesidad de que el pueblo de Dios habitara la tierra y adorara allí.

    Necesitamos santos como Nehemías en nuestros días. Es cierto que tenemos vidas muy diferentes a la que él vivió, pero necesitamos a aquellos que estén dispuestos a hacer los sacrificios necesarios por el bien de la iglesia y la gloria de Dios. Necesitamos a aquellos que dejarán a un lado la preferencia y ganancia personal para restaurar lo que se ha perdido en nuestra generación.

    Esta mañana quiero retomar lo que dejamos la semana pasada con respecto a los desafíos que Nehemías enfrentó al inspeccionar los daños. Repasemos rápidamente lo que meditamos la semana pasada. Nos ocupamos de la inspección de la ciudad (v. 11-16). Estos versículos revelan cómo Nehemías inspeccionó el estado de la ciudad, y considerar así la tarea que tenía por delante. Este ejercicio le permitió tener en cuenta varios procedimientos y realidades. Una inspección privada (v. 12a, 16). Una inspección motivada por Dios (v. 12). Una inspección cuidadosa o precisa (v. 13-15). ¿Qué más nos dice aquí la Palabra de Dios con respecto al examen que ha hecho Nehemías de los daños?

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    1 h y 3 m
  • Examinando los daños (Nehemías 2:11-20).
    May 26 2025

    ¿Se imaginan la emoción y la anticipación que Nehemías debió de sentir en este momento de su vida? Dios había depositado en su corazón una carga inmensa por las necesidades de Jerusalén. La ciudad estaba en ruinas, y ante él se alzaba una tarea monumental. Aunque ocupaba un lugar de prominencia en la corte, no tenía certeza de cómo reaccionaría el rey ante su petición. ¿Mostraría simpatía por la causa de Jerusalén y por el anhelo que consumía a Nehemías? ¿Estaría dispuesto a permitir que un siervo tan valioso y confiable abandonara el reino para embarcarse en una misión tan arriesgada?

    Muchas veces soñamos con oportunidades así; las anhelamos, las imaginamos… pero rara vez se concretan. Debemos recordar que Nehemías no buscaba un proyecto personal ni una aventura elegida por gusto. Seguía el llamado, la guía y el impulso del Señor. Fue Dios quien encendió su corazón con esa carga santa, y quien allanó el camino para su regreso a Jerusalén y el inicio de la reconstrucción de sus murallas devastadas.

    Nuestro texto nos sitúa ya en Jerusalén. Nehemías ha completado el largo y arduo viaje desde Susa, y está a punto de emprender la obra que Dios le ha encomendado. Solo el hecho de llegar hasta allí fue un reto formidable: muchos estudiosos coinciden en que el viaje debió tomar aproximadamente tres meses.

    Ahora que ha llegado, se dispone a inspeccionar la ciudad, a percibir con sus propios ojos la magnitud del desastre y a trazar un plan estratégico para la reconstrucción.

    Al acercarnos al texto de hoy, queremos detenernos en los desafíos que Nehemías enfrentó al disponerse a: Inspeccionar el daño. Y en primer lugar, debemos tener presente lo siguiente:

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    55 m
  • La trieza de Nehemías (Nehemías 2:1-10)
    May 12 2025

    El primer capítulo nos abrió la escena con Nehemías, recibiendo desde lejos las tristes nuevas de Jerusalén. Aunque la distancia lo separaba de los muros derribados y las puertas quemadas, su corazón ardía con un fuego santo. No pudo mirar hacia otro lado. La herida de su pueblo se convirtió en su herida, y esa carga lo llevó de rodillas, a derramar ante Dios una oración humilde, quebrantada y sincera.

    En el texto en que meditamos hoy, el tiempo ha pasado, pero no así la carga. Aquellas noticias no se esfumaron con los días; al contrario, se afianzaron en el alma de Nehemías como un llamado divino. Su compasión se ha vuelto determinación. Su oración, lejos de perderse en el viento, ha sido escuchada por el Dios que ve en lo secreto. Y ahora, ese mismo Dios está por abrirle el camino: una puerta se entreabre en el palacio, y con ella, la posibilidad de volver a Jerusalén y levantar lo caído, restaurar lo arruinado, cumplir el propósito que el Señor ha sembrado en su corazón.

    Las murallas de la gran ciudad yacían en ruinas desde hacía unos ciento cincuenta años. Piedra sobre piedra, la historia se había desmoronado, pero el pacto de Dios con su pueblo jamás había sido olvidado. El reloj del cielo marcaba ahora la hora de la restauración. El tiempo de reedificar había llegado, y Dios ya tenía a su hombre. Nehemías estaba a punto de recibir el encargo divino que le daría autoridad, dirección y propósito para emprender la inmensa tarea de levantar nuevamente los muros caídos.

    Y al contemplar la angustiosa situación del pueblo de Dios en aquellos días, y la carga ardiente que pesaba sobre el corazón de Nehemías, no podemos evitar ver un reflejo de nuestro propio tiempo. Hoy, no son los muros de piedra los que claman por ser restaurados, sino los muros invisibles y sagrados del espíritu. Los cimientos morales y espirituales de nuestra tierra están en ruinas, y parece que son pocos los que sienten la urgencia de reconstruirlos. Pero no nos engañemos: esto no agrada al Señor. Él sigue buscando hombres y mujeres que se levanten en medio de la ruina, que escuchen el clamor del cielo, y acepten el llamado a restaurar lo que ha sido quebrantado.

    ¿Quién dirá “aquí estoy”? ¿Quién pondrá manos al arado y corazón al propósito? ¿Quién se atreverá a edificar, confiando en el Dios que aún llama, aún envía, y aún reconstruye? Este pensamiento concuerda con lo que el profeta dijo: “Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar” (Isaías 58:12).

    Meditemos, entonces, en el pasaje que hoy hemos leído. Consideremos las lecciones espirituales y prácticas que serán de mucha bendición para nuestras vidas. Meditemos en la “tristeza de Nehemías”.

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    1 h y 7 m
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