
Sólo esto, de Roald Dahl. Narración Sr Cosas
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Su obsesión por hacer justicia con los desamparados, con los débiles, salta a lavista en muchos de sus argumentos: desde el perturbador encuentro en un tren decercanías de un hombre que va al trabajo con el que se supone era su compañeromaltratador en el colegio, a la presencia de los niños perdidos en alguno de susrelatos de una segunda guerra mundial que también vivió en primera persona, comopiloto de la RAF. Dahl no es cruel pero tiene muy claro quién es el malvado en uncuento y no muestra ningún interés en comprenderlo. Entiende la maldad como unacaracterística que define por completo a un personaje y no trata de justificarlopsicológicamente. En ese aspecto, imita sin complejos la manera en que los cuentosclásicos estructuraban la división de papeles en una historia: los malos lo son sinmatices; a los buenos se les permite casi cualquier atrocidad con tal de restablecer lajusticia. Una mujer asesina a su marido porque descubre que éste está a punto deabandonarla; un hombre mata a un asesino de perros; un extraño personaje ha tratadode enriquecerse haciendo que sus contrincantes en las apuestas ofrezcan uno de losdedos de la mano como prenda. Para que exista el bien ha de existir el mal, para quehaya un vencedor debe haber un vencido; para provocar inquietud en el lector RoaldDahl enfrenta a los personajes a situaciones macabras o morbosas.Mientras la corrección política trató de borrar algunos relatos infantiles de Dahldel mapa, y en algún momento lo consiguió, como en el caso del genial Los cretinos—cuyo título fue retirado del catálogo de algunas editoriales—, la literatura deadultos se salvó por estar menos sobreprotegida que la infantil y por convertirse suscuentos en fuente permanente de inspiración a creadores reconocidos también comoclásicos, en el caso de Steven Spielberg, o aplaudidos por su modernidad, en el deQuentin Tarantino. Los críticos, siempre mezquinos con el arte del diálogo, hanseñalado en alguna ocasión, cómo no, una influencia notable del lenguajecinematográfico en su estilo. Yo observaría justo lo contrario: Dahl ha servido deinspiración para varios grandes cineastas porque sus historias son concretas, no seandan por las ramas y tienen un argumento que conduce a una genial vuelta de tuercafinal. Por otra parte, no eluden la crueldad, una característica común en el cine, y encontadas pinceladas que no perturban la imaginación de un director resumen lapersonalidad de los personajes. Son la base ideal para historias de cine. Por otra parte,estos cuentos están llenos de gente que habla. Hablan entre ellos, se explican a travésdel diálogo, o nos hablan directamente a nosotros, porque muchos de los relatos estánescritos en primera persona: son individuos que rememoran alguna de las aventurasque marcaron sus vidas.*********************************ELVIRA LINDO