San Jorge y el Dragón del Cansancio Podcast Por  arte de portada

San Jorge y el Dragón del Cansancio

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Acerca de esta escucha

Había una vez, en un reino no muy lejano, un valiente caballero llamado San Jorge. No vivía en un castillo, sino en una casa normal, con sus dos escuderos preferidos: Erik el sabio y Martha la valiente.

San Jorge no luchaba contra dragones de fuego ni monstruos del bosque. Su enemigo más feroz era el Dragón del Cansancio.

Este dragón no rugía. No volaba. Pero se metía en todos los rincones de la casa: dejaba calcetines por el suelo, platos sin recoger, envoltorios tirados como pistas de su paso.

San Jorge pasaba el día preparando comidas mágicas, lavando armaduras, ordenando los campos de batalla y cuidando de sus escuderos. Pero cuando caía la noche… ¡el dragón atacaba de nuevo! Le robaba la energía, le llenaba la cabeza de humo y le susurraba: “No vas a poder. Estás solo. Nadie te ayuda…”

Una noche, después de un gran día en el Reino de las Atracciones, San Jorge regresó feliz. Pensaba contar una nueva historia junto al fuego. Pero justo antes de empezar, vio una trampa del Dragón: un envoltorio en el suelo. Luego otro. Y luego, las túnicas de los escuderos desparramadas por toda la sala del castillo.

El Dragón del Cansancio creció, rugió desde dentro del pecho de San Jorge, y lo envolvió en una niebla de enojo. Esa noche, no hubo historia. El dragón había vencido.

Pero a la mañana siguiente, algo cambió. Erik el sabio se acercó y le dijo: “Papá San Jorge, creo que ayer el dragón te ganó. Pero nosotros también podemos luchar contigo.”

Martha la valiente trajo una escoba de juguete y dijo: “¡Yo también quiero ayudarte! Si recogemos rápido, el dragón se hace pequeño, ¿verdad?”

San Jorge los miró con los ojos brillantes. Y por primera vez, entendió que no estaba solo en la batalla. Que el dragón no se vencía solo con fuerza… sino con equipo.

Desde entonces, cada noche, antes de la historia, los tres hacían juntos la Danza Anti-Dragón: Recogían, limpiaban, ordenaban… y luego, se sentaban juntos. El dragón, enfadado y encogido, se marchaba resoplando.

Y así, gracias al poder del amor, el respeto y la colaboración… el reino de San Jorge fue cada vez más fuerte. Y las historias… volvieron a brillar como estrellas antes de dormir.

FIN



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