
Reconocernos en la Verdad
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Reconocernos en la Verdad
Muchas veces nos habremos preguntado en privado, ¿qué es la verdad? ¿qué es lo real?
Consideramos que lo que vemos y palpamos, lo que podemos compartir con los demás, es real y no nos supone un problema considerarlo como tal. Es una realidad compartida.
Pero cuando se refiere a lo real en nuestro interior, algo que no podemos tocar, aunque siempre está ahí, entonces, solemos ignorarlo y preferimos no compartir ese cuestionamiento externamente.
Los objetos materiales, aunque cambiantes en parte, siempre están para poder constatar nuevamente que son reales. ¿Pero cómo podemos constatar la realidad interior?
Necesitamos desarrollar la capacidad de “tocar desde dentro” de manera que podamos sostener ese contacto con lo real.
Si hay algo real en nuestro mundo interior, ¿por qué no vamos a ser capaces de tocarlo?
Sin duda, se trata de una dimensión diferente a la física pero que igualmente que ella, ha de poder ser tocado desde esa misma realidad interior en su dimensión.
Si repetimos ese “tocar desde dentro” de manera continuada durante los días, seguramente desarrollaremos la capacidad de constatar que se trata de una realidad en su propia dimensión, a la que pertenece nuestro interior. Con la práctica la acción interior será tan, o más, real que tocar con las manos.
En el mundo físico podemos preguntar, ¿quién es el que toca? El que toca es mi mano física.
En el mundo interior podemos preguntar, ¿quién es el que toca? Toca mi realidad interior.
Así, igual que reconocemos la realidad de nuestro cuerpo, también hemos de reconocer la realidad de nuestro interior como sujeto y observador. Tanto si estamos atentos a lo físico como si estamos percibiendo el mundo interior. Por cierto, común a todo.
Reconocemos de este modo que somos una realidad interior al modo de identidad interior con capacidad de actuar, ver e interrelacionarse.
Si vamos reconociendo esta realidad resultará muy interesante indagar en quién es esa realidad que tiene la capacidad de sentirse desde dentro y de comunicarse desde dentro con la realidad interior de todos.
Descubrimos que en nuestro interior existe una entidad real con la que no hemos contactado plenamente aún, pero cada vez la percibimos mejor.
Se trata de una sensación de estar abarcados por una realidad que podemos percibir, que es más grande y presente que el pensamiento de ser algo.
Percibimos como un eco que siempre está y nos rodea.
Podríamos decir que esa realidad que nos envuelve es la Verdad, tan esquiva y persistente.
No acompaña siempre en todos nuestros movimientos sin indicarnos nada, como si nada tuviese que ver con lo que hacemos o dejamos de hacer, simplemente está.
Casi lo único que podemos hacer para percibirla de forma más directa es sentarnos en meditación y contemplarla sin hacer nada, pues es la forma más idónea para sostener ese contacto y percibir que en nuestro no hacer la distancia se acorta con respecto a ella.
Parece que fuera como una capa, una membrana, que cuanto más en calma estamos y más abiertos a contemplarla, más se nos acerca como incluyéndonos en su realidad.
Esa membrana vemos que la podemos disolver en base a nuestro libre albedrío y decidió dejarnos acercar hasta incluirnos en ella en base a nuestro dejarnos hacer.
El amor a la Verdad, la actitud correcta y la entrega de nuestra individualidad es lo que va a permitir que nos fundamos en la Verdad.
Antes la percibíamos como una silenciosa presencia, después, como si nunca hubiésemos sido una realidad individual completamente unificados con ella.
En esa unificación no se produce ningún acto o acontecimiento, ninguna manifestación, pues todo está incluido en ella y no surge reflejo alguno en esta dimensión física de las formas y reflejos.
Vemos entonces que todas las formas y seres son expresiones individualizadas de la Verdad.
Cada una de ellas siendo acompañadas por la presencia de la Verdad, con laposibilidsd de percibirla al igual que uno mismo.
continúa,....