
La actitud correcta frente a la Verdad
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La actitud correcta frente a la Verdad
¿Qué es lo que quiero alcanzar cuando medito? ¿Es posible alcanzar lo real y la Verdad en mi interior?
¿En qué consiste de dejar a un lado la idea de yo para lograr identificar una realidad que me define y engloba a lo real?
¿En qué consiste esa transposición de nuestra consciencia para que la Verdad sea reconocible y percibida?
¿Voy a desaparecer o podré acercarme a la verdad sin dejar de ser yo?
¿Cómo reconocer si lo que estoy haciendo me está acercando al a Verdad?
Ha de ser algo mucho más real y fundamentado que lo que alcanzo a través de mi idea de yo generada por medio de mis sentidos físicos.
¿Cómo puedo distinguir si lo que voy percibiendo es la Verdad y no algo que construye mi anhelo, mi deseo, mi pensamiento o mi imaginación?
Es lógico que tengamos mucha incertidumbre e intentemos rellenar los huecos que dejamos vacíos por nuestros medios. Esto es debido a que aún no hemos tenido ese primer contacto que aleja todas las dudas y que nos lleva a comprender el por qué estamos tan alejados de la Verdad.
Nos dicen “ hay que desaparecer para que llegue lo nuevo”.
Ni es posible desaparecer ni nada nuevo ha de llegar, que ya no sea desde siempre.
Nada de la Verdad ha de ser creado.
Entonces, ¿qué pasa con ese yo de uno que intenta encontrar la Verdad?
¿Como puedo abrirme a esa realidad interna sin dejar de ser yo? ¿Es esto posible?
¿Y si dejo de ser yo, quién soy?
¿Qué es lo que dejamos de ser según creamos o no, o según pensemos o no?
Puesto que nuestra idea de yo, nuestro pensamiento y nuestra imaginación no pueden alcanzar, ni sustituir lo que somos es, precisamente, porque nuestro contenido mental o nuestras acciones no añaden nada a la Verdad.
La cuestión es que sepamos capaces de reconocer la verdad en uno mismo y para ello todos esos instrumentos que utilizamos no nos sirven. Si lo hacen, es únicamente para generar sombras que realmente nos impiden percibir lo real.
Vemos que en ese dejarnos sentir lo real en nosotros sin generar nada, vamos a permanecer en el reconocimiento silencioso de ser parte de la Verdad en uno mismo.
En ocasiones hemos podido tener experiencias místicas espontáneas que nos han llevado a alcanzar estados fugaces de gozo y de contacto con la Verdad. Es en esos momentos cuando inevitablemente intentamos reconocer, alcanzar, interpretar y poseer algo que no es de la realidad humana, sino del mundo unificado interior.
Entonces, enseguida decimos, “lo he conseguido”, aunque con la misma velocidad que legó se escapa de nuestras manos.
Hay que verlo como un regalo que nos llegó y debemos retener más bien la disposición que teníamos en esos momentos y que fue lo que abrió esa brecha por el que se filtro momentáneamente la luz de la Verdad.
Querremos reproducir esos momentos especiales y seguramente no lo conseguiremos.
Quizás reflexionar sobre la naturaleza es ese contacto y la disposición interior a recordarlo o a permitir que ocurra de nuevo será lo que nos permitirá abrirnos incondicionalmente a que ese contacto se mantenga.
Si intentamos que vuelva a ocurrir con la mejor disposición, seguramente estaremos aportando cuestiones personales frente a una realidad que solo es unidad.
La unidad no puede percibirse donde hay individualidad y separación, por lo tanto, diferencia.
Todos los intento que realicemos que se basen en el “yo hago” llevan en sí mismo la marca de la imposibilidad.
Hay que resignarse y aceptar que no depende de uno, que la Verdad no puede expresarse en lo separado, en la carencia de no querer ver la Verdad al margen de todo.
La Verdad no puede ser contenida en ninguna expresión. Es necesario dejarla tal cual es, perfecta, incondicional y completa.
Finalmente vamos a asimilar que para relacionarnos con la Verdad hemos de disponer de una actitud adecuada, un saber estar delante de ella sin pretender ser su reflejo, sino, en todo caso, nosotros
continúa,....