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Carlos Viruesa aparece muerto en el salón de su casa. Su propia pluma bañada en oro atraviesa el lóbulo de su ojo. Todas las pruebas apuntan al jardinero exconvicto, lo que induce a la policía a eludir la labor de investigación. El hombre insiste en su inocencia y recurre a su anterior abogada, Olvido Medina, sabiendo que ella es la persona que debe defenderlo. La letrada es consciente de que investigar no es su competencia, pero el intrusismo laboral al que se afianza, la lleva a descubrir que tras el asesinato hay una compleja trama cargada de mentiras y negocios ocultos. Ni el ...

La frase famosa de Cesar, cuando repudió a Pompeya: “no basta con que la mujer del César sea honesta, tiene también que parecerlo”, define perfectamente el espíritu de esta novela. Ergo: no es suficiente ser inocente, si no lo pareces. Las cárceles están llenas de gente que posiblemente no cometió el crimen que le imputan, pero parecen más culpables que el verdadero ejecutor del acto. Debemos tener en cuenta que la Justicia es ciega, lo que supone un gran problema a la hora de “tener buen ojo”. Y al dicho anterior le debemos sumar el siguiente adagio: “no es oro todo lo ...

El joven tiene pocas luces, por lo que es idóneo para chivo expiatorio. Todo lo inculpa, pero un abogado y un detective van desentrañando el crimen. No únicamente demuestran que el sacristán es inocente, algo muy obvio para todos los del pueblo, sino que... También eso. Lee la novela y lo sabrás.